dimecres, de juny 12, 2024

La estrella de la niebla (part 1)

Com la primera part de l'aventura va acabar abans de temps, vam redissenyar els personatges, pujant el seu nivell una mica i vam tornar a començar l'aventura, però li vam donar un cert aire de complicitat. Aquesta seria la primera part de la segona  versió. Recordeu és El senyor dels anells, amb regles de 5ª de D&D  


Notas del libro de viaje de Eldardeil del Bosque Negro.

Aún no hacia un ciclo de luna que mi amado hermano Elfornil, había partido por orden de nuestro señor Elron junto con otros aventureros para averiguar que estaba sucediendo mas allá de Ered Luin, donde una luz espeluznante de color azul, solo hacía preveer que el mal siempre estaba presente y continua tramando la conquista de nuestro mundo.  Nuestra gente siempre está alerta, no como los humanos que viven sin preocupaciones, ni los enanos que se esconden bajo tierra creyendo que no les afectará, pero el fin de nuestros días está cada día más cercano y no tardaremos en partir a los Puertos Grises.

Me encontraba descansando, aprovechando la hospitabilidad de Rivendell, cuando la noticia corrió rápidamente por todo los rincones la elfa MithKith había sido heralda de las peores noticias posibles, cuando el guardia personal de Elron me llamó para que le acompañase, la noticia da la muerte de mi joven hermano menor había ennegrecido mi corazón. Al llegar ante la presencia de Elron pude comprobar que también estaba presente Bigardin, su aspecto aún más si cabe  ere mas gigantesco, salvaje que el de su propio padre Bigordin, estaba prácticamente desnudo y armado con una lanza tan imponente como tosca, todo él chocaba con la delicada ornamentación de la sala principal.

Antes de que Elron hablase ya sabía cuales serian las palabras que saldrían de su boca y las ordenes que no necesitábamos para salir prestos en busca de los criminales asesinos. Mi interior solo necesitaba venganza y en los ojos de Bigardin brillaba la sangre. A pesar de su aspecto me alegró saber que sería mi compañero, estos hombres salvajes aunque son fáciles de corromper por el poder del Mal, son bravos guerreros, y acostumbrados a la dureza del  camino, son agiles y seguro que más rápido que alguno de esos taimados enanos. 

Con las indicaciones que tenia del libro de viaje de mi hermano que Mithkith había podido rescatar, nos fue muy fácil llegar rápidos al vado de Sarn, tal y como nos fuimos acercando aumentamos nuestra vigilancia y notaba cada vez que la tristeza me llenaba, no sabía cómo mi corazón reaccionaria al encontrar el cadáver de mi hermano, pero tampoco imaginaba que temor había hecho marchar del lugar tan rápidamente a Mithkith y sus compañeros, para abandonar sin dar descanso a sus cuerpos. Al llegar al vado, la escena mostraba la crueldad y el ensañamiento que habían tenido con todo el grupo. Lloré sin dejar salir una gota de agua de mis ojos sobre el desnudo cuerpo inerte, y mancillado del bello Elfornil. No tenía tiempo para ceremonias, así que decidí quizás erróneamente que la mejor opción sería hacer una pequeña pira donde depositar el cuerpo y que el fuego se llevará los restos carnales de mi hermano. Por su parte vi que Bigardin entre gritos de rabia con su lanza y sus manos estaba haciendo un agujero para colocar el cuerpo de su padre, no pude verlo bien, pero creo que había hecho un corte en el cadáver y arrancado alguna de sus entrañas para comérselas, sin duda alguna de esas tradiciones salvajes  de su pueblo. Cuando acabo su macabra ceremonia arrago una de las teas ardientes de la pira para prender fuego al cuerpo del enano. Mientras tanto ya había iniciado la exploración del lugar, había una cantidad enorme de huellas, la mayoría humanas, los restos de señales del combate, parecía que habían salido de la nada, cuando pude ver que entre las zaras un jirón de tela élfica que por el trabajado bordado supe había sido parte de la capa de mi hermano, se abría un sinuoso camino que llevaba a una pequeña explanada rodeada de rocas, donde los restos de un campamento abandonado eran más que evidentes, tres o cuatro humanos habían estado allí, pero pocas más pistas teníamos de los asesinos. Entre la rocas medio oculta, una entra a lo que parecía una cueva , abrió nuestra curiosidad. Prendimos fuego a una antorcha que hice con parte de la escasa ropa que llevaba Bigordin, cosa que no pareció preocuparle.

Nos adentramos en la cueva, y poco a poco nos fuimos dando cuenta de que antaño la raza de los enanos había estado allí y que esa podría ser una de sus entradas secretas a una ciudad enana. Avanzamos sigilosos, por el camino hasta encontrar un puente en un estado ruinoso, con un agujero cubierto por unas tablas. En la profundidad apenas podíamos percibir como un torrente de agua buscaba su camino en la montaña. Tras probar la consistencia de las tablas atravesé cuidadosamente por ellas, con menos problemas de los previstos, lo que animo a Bigardin a pasar más rudamente tampoco sin peligro. Delante nuestro la luz de la antorcha nos mostró  un enorme arco de cuidadosa elaboración enana, adornado de las runas típicas de sus artesanos, mis conocimientos en ese idioma nunca han sido los que me hubiese agradado tener. Tras el arco una sala, húmeda, oscura, con olor de humo impregnado en las paredes, una paredes decoradas con murales donde a pesar del deterioro se intuían decoradas por los enanos. Como dijo Bigardin olía o más bien apestaba a humanos, estábamos en lo que había sido un refugio seguramente de los mismos que estábamos buscando, pero sin más pistas, tampoco. Bigardin se adentro en una pequeña sala adyacente parecía una pequeña despensa, con restos de porcelana, fajos de madera y con su lanza hizo un barrido en un nicho  profundo que le sirvió para acercarse una pequeña bolsa de piel tosca, que por el ruido parecía conener alguna pieza de metal en su interior. Pude ver la codicia en sus ojos al pesar que seguramente sería oro y así fue pero mucho menos de lo que se pensaba, tres simples monedas fruto de algún hurto de los malhechores., me miro como queriendo compartir esa pequeña recompensa, lo cual negué con un simple gesto, no estábamos aquí por miserias, yo quería vengar a mi hermano, pero también seguir explorando lo que parecía una ciudad enana abandona y donde quizás mejores tesoros nos esperaban. Bigardin agarró las monedas en sus manos y algo noté, un extraño frio inundo la sala por un breve instante, Bigardin miró a su alrededor como víctima de un pequeño mareo, pero tan breve que no le di más importancia, quizás por las ganas de encontrar más bolsas como esa, se lanzó hacía un acceso a una sala aún mas enorme que estaba al fondo de la sala.

Delante nuestro una sala más grande que la anterior, pero apestaba a humedad, el suelo estaba inundado por agua estancada, el hedor se hacía difícil de soportar , cuando un ruido nos puso en alerta, detrás nuestro apareció proveniente del puente, la figura de un montaraz, pude reconocer a Keyran por haber coincidido con él cuando estaba en Rivendell, lo que si que me sorprendió casi más que su presencia era lo cargado que iba, pensaba que los montaraces ago habrían aprendido de los elfos para viajar, pero estaba claro que Keyran, era un hombre en exceso previsor, creo que mi cara aún mostró mas asombro cuando me dijo que parte de su equipo se había quedado fuera con su caballo. Le puse en antecedentes mientras por su parte Bigardin de un prodigioso salto atravesaba la sala sin rozar el agua para llegar a unas escaleras que quedaban al otro extremo  Keyran y yo optamos por mojarnos hasta la cintura e impregnarnos del horrible olor que parecía que no nos abandonaría.