dimecres, de juny 12, 2024

La estrella de la niebla (Part 2)

Continuo amb la narració l'aventura de Senyor dels anells que jugo amb els companys de Hotel Vader. amb regles de 5ª de D&D

Al subir por las escaleras, nuestros ojos no daban credibilidad a lo que veían, una gigantesca sala con la bóveda semiderruida, pero las paredes eran las más bellas que había visto, en un trabajo que no fuese élfico, seguramente una de las grandes obras maestras del arte enano, pero desgastado por el exceso de humedad y la dejadez del tiempo. Entre las rocas caídas de la bóveda, pude distinguir lo que parecía una enorme necrópolis, cantidades sin fin de sepulcros llenaban la sala, rodeando un posición elevada donde destacaban dos tumbas, que ya desde la distancia se distinguían por encima de las demás, por su delicada forma. Nos adentramos en la sala atravesando por las tumbas, ante mi sorpresa, no pertenecían a enanos, eran figuras humanas las que descansaban sobre las lapidas, iba buscando en mi mente, leyendas e historias antiguas que me hicieran recordar en que sitio estábamos, al llegar a los sarcófagos centrales tenia cada vez más claro que estábamos delante de lo que podría haber sido el reino de Hadirion que había desaparecido sin dejar noticias sobre su fin, alguna canción  recordaba un fabuloso reino levantado por humanos en una antigua ciudad enana abandonada.  La luz de mi antorcha ilumino las dos tumbas, cada una de ella con una figura, acostados adornados majestuosamente como auténticos reyes. Las figuras rivalizaban en belleza y delicadeza, mi instinto de cazador de tesoros esperaba encontrar el descubrimiento de mi vida, aunque al ver que la losa estaba levemente desplazada empecé a temer lo peor. Pedí ayuda a mis compañeros, Bigradin y Keyran desplazaron toda la tapa del sarcófago para descubrir que estaba completamente vacío, aunque no parecía obra de saqueadores el cuerpo no estaba en el interior. En ese mismo instante una fría corriente de aire nos estremeció y a la vez nos puso en alerta , nos dio tiempo para preparar nuestras armas, dejé la antorcha sobre la tumba y vi como dos extrañas criaturas salían del agua dirigiéndose cada una a uno de mis compañeros, tense el arco y una certera flecha atravso el hombro del más cercano a Keyran, causándole gran dolor, pero no pude evitar que saltara con sus garras y sus afiliados dientes sobre mi compañero que no pudo evitar ser ligeramente mordido en su cuello y sufrir diversos arañazos. Bigardin estaba esperando con su lanza, pero esas bestias eran muy agiles y habían atacado antes  de estar del todo preparados, oí como BIgardin se quejaba de alguna herida que parecía más profunda que la sufirada por Keyran, aunque su lanza si que consiguió herir al pequeño monstruo., mientras esté se preparaba para un segundo salto sobre mi compañero, otra de mis flechas fue certera con su segundo objetivo causándole una herida cerca del cuello y unos instantes de duda. Bigardin herido e imagino avergonzado del fallo inicial, ciego de dolor se volvió loco y se lanzó contra su rival atravesándole salvajemente con su lanza a la vez que gritaba en su lengua, cosas de difícil traducción. En el otro flanco Keyran  de un sablazo mato a su enemigo, y a pesar de saber que estaba muerto cuando caía entre las aguas, Bigardin se había lanzado también ciego de furia sobre él.  Una vez muertos pude ver que eran unos seres anfibios, que desprendían un olor mugriento, de sangre verdosa, tamaño parecido a un goblin, pero sus pies eran de forma de membrana y acabadas en garras.

Mientras mis compañeros se intentaban limpiar de las heridas y rasguños varios, a la vez que Keyran presumía de que gracias a su excesivo equipamiento ahora podían curarse con suficiente solvencia, fui mirando las diversas tumbas de mi alrededor, algunas de ellas aún tapadas otras abiertas completamente, hasta que en una pude encontrar un viejo libro, con mucha delicadeza lo tome entre mis dedos, la humedad había hecho estragos en él, pero era lo único que parecía valioso de toda la sala, faltaban hojas, pero en ellas se leía: Libro del Senescal de la Casa de Hadirión. Abrí con extremo cuidado las hojas, buscando las últimas escritas e inicie la lectura:

«Aquí se registra la caída de la Casa de Hadirion y su esposa Elwen. Yo, Angnir, senescal y capitán de la guardia, escribo este registro para preservar su memoria. Fue en la época de... ¿Porque no estaba conclusa esta parte?

Construyeron un asiento de madera, a modo de trono, a la vista de los muros del castillo. Luego ataron a nuestro señor Hadirion a él, para atormentarlo y ridiculizarlo. Lo torturaron durante horas... Cuando los orcos le clavaron una corona de hierro en la cabeza, aclamando a Hadirion como el legítimo gobernante de estas tierras, la dama Elwen me convoco y me pidió que demostrara mi reputación como mejor arquero de Arthedain. Elegí una flecha de las que recibí de mi padre, y él de su padre anteriormente. Un dardo blanco emplumado y esbelto.
Tensé el arco con todas mis fuerzas y la flecha voló recta, atravesando la mano de un enorme orco que atormentaba a Hadirion y enterrándose profundamente en el pecho de mi señor. Rompí mi arco después de tal hazaña...

El resto de los registros relatan la caída del castillo en diversos fragmentos: enanos traidores permitieron que los enemigos entraran en el castillo sin ser detectados. Quienes sobrevivieron al ataque huyeron bajo tierra y quedaron atrapados, y la dama Elwen desapareció»
.

Éramos testigos del fin de una era, seguramente gloriosa y en mis manos tenía el testimonio acusador de la enésima traición de los enanos. El mal había inundado esa ciudad. ¿Quedarían más rastros de él en algún rincón de la ciudad? ¿Dónde estaban los restos, los tesoros?, mil dudas me inundaban, pero habíamos de informar a Elrond lo más rápido posible. Me arrepiento de haber enterrado el cuerpo de ese maldito enano que acompañaba a mi hermano, seguro que él era conocedor de lo que había sucedido allí tiempo atrás

La estrella de la niebla (part 1)

Com la primera part de l'aventura va acabar abans de temps, vam redissenyar els personatges, pujant el seu nivell una mica i vam tornar a començar l'aventura, però li vam donar un cert aire de complicitat. Aquesta seria la primera part de la segona  versió. Recordeu és El senyor dels anells, amb regles de 5ª de D&D  


Notas del libro de viaje de Eldardeil del Bosque Negro.

Aún no hacia un ciclo de luna que mi amado hermano Elfornil, había partido por orden de nuestro señor Elron junto con otros aventureros para averiguar que estaba sucediendo mas allá de Ered Luin, donde una luz espeluznante de color azul, solo hacía preveer que el mal siempre estaba presente y continua tramando la conquista de nuestro mundo.  Nuestra gente siempre está alerta, no como los humanos que viven sin preocupaciones, ni los enanos que se esconden bajo tierra creyendo que no les afectará, pero el fin de nuestros días está cada día más cercano y no tardaremos en partir a los Puertos Grises.

Me encontraba descansando, aprovechando la hospitabilidad de Rivendell, cuando la noticia corrió rápidamente por todo los rincones la elfa MithKith había sido heralda de las peores noticias posibles, cuando el guardia personal de Elron me llamó para que le acompañase, la noticia da la muerte de mi joven hermano menor había ennegrecido mi corazón. Al llegar ante la presencia de Elron pude comprobar que también estaba presente Bigardin, su aspecto aún más si cabe  ere mas gigantesco, salvaje que el de su propio padre Bigordin, estaba prácticamente desnudo y armado con una lanza tan imponente como tosca, todo él chocaba con la delicada ornamentación de la sala principal.

Antes de que Elron hablase ya sabía cuales serian las palabras que saldrían de su boca y las ordenes que no necesitábamos para salir prestos en busca de los criminales asesinos. Mi interior solo necesitaba venganza y en los ojos de Bigardin brillaba la sangre. A pesar de su aspecto me alegró saber que sería mi compañero, estos hombres salvajes aunque son fáciles de corromper por el poder del Mal, son bravos guerreros, y acostumbrados a la dureza del  camino, son agiles y seguro que más rápido que alguno de esos taimados enanos. 

Con las indicaciones que tenia del libro de viaje de mi hermano que Mithkith había podido rescatar, nos fue muy fácil llegar rápidos al vado de Sarn, tal y como nos fuimos acercando aumentamos nuestra vigilancia y notaba cada vez que la tristeza me llenaba, no sabía cómo mi corazón reaccionaria al encontrar el cadáver de mi hermano, pero tampoco imaginaba que temor había hecho marchar del lugar tan rápidamente a Mithkith y sus compañeros, para abandonar sin dar descanso a sus cuerpos. Al llegar al vado, la escena mostraba la crueldad y el ensañamiento que habían tenido con todo el grupo. Lloré sin dejar salir una gota de agua de mis ojos sobre el desnudo cuerpo inerte, y mancillado del bello Elfornil. No tenía tiempo para ceremonias, así que decidí quizás erróneamente que la mejor opción sería hacer una pequeña pira donde depositar el cuerpo y que el fuego se llevará los restos carnales de mi hermano. Por su parte vi que Bigardin entre gritos de rabia con su lanza y sus manos estaba haciendo un agujero para colocar el cuerpo de su padre, no pude verlo bien, pero creo que había hecho un corte en el cadáver y arrancado alguna de sus entrañas para comérselas, sin duda alguna de esas tradiciones salvajes  de su pueblo. Cuando acabo su macabra ceremonia arrago una de las teas ardientes de la pira para prender fuego al cuerpo del enano. Mientras tanto ya había iniciado la exploración del lugar, había una cantidad enorme de huellas, la mayoría humanas, los restos de señales del combate, parecía que habían salido de la nada, cuando pude ver que entre las zaras un jirón de tela élfica que por el trabajado bordado supe había sido parte de la capa de mi hermano, se abría un sinuoso camino que llevaba a una pequeña explanada rodeada de rocas, donde los restos de un campamento abandonado eran más que evidentes, tres o cuatro humanos habían estado allí, pero pocas más pistas teníamos de los asesinos. Entre la rocas medio oculta, una entra a lo que parecía una cueva , abrió nuestra curiosidad. Prendimos fuego a una antorcha que hice con parte de la escasa ropa que llevaba Bigordin, cosa que no pareció preocuparle.

Nos adentramos en la cueva, y poco a poco nos fuimos dando cuenta de que antaño la raza de los enanos había estado allí y que esa podría ser una de sus entradas secretas a una ciudad enana. Avanzamos sigilosos, por el camino hasta encontrar un puente en un estado ruinoso, con un agujero cubierto por unas tablas. En la profundidad apenas podíamos percibir como un torrente de agua buscaba su camino en la montaña. Tras probar la consistencia de las tablas atravesé cuidadosamente por ellas, con menos problemas de los previstos, lo que animo a Bigardin a pasar más rudamente tampoco sin peligro. Delante nuestro la luz de la antorcha nos mostró  un enorme arco de cuidadosa elaboración enana, adornado de las runas típicas de sus artesanos, mis conocimientos en ese idioma nunca han sido los que me hubiese agradado tener. Tras el arco una sala, húmeda, oscura, con olor de humo impregnado en las paredes, una paredes decoradas con murales donde a pesar del deterioro se intuían decoradas por los enanos. Como dijo Bigardin olía o más bien apestaba a humanos, estábamos en lo que había sido un refugio seguramente de los mismos que estábamos buscando, pero sin más pistas, tampoco. Bigardin se adentro en una pequeña sala adyacente parecía una pequeña despensa, con restos de porcelana, fajos de madera y con su lanza hizo un barrido en un nicho  profundo que le sirvió para acercarse una pequeña bolsa de piel tosca, que por el ruido parecía conener alguna pieza de metal en su interior. Pude ver la codicia en sus ojos al pesar que seguramente sería oro y así fue pero mucho menos de lo que se pensaba, tres simples monedas fruto de algún hurto de los malhechores., me miro como queriendo compartir esa pequeña recompensa, lo cual negué con un simple gesto, no estábamos aquí por miserias, yo quería vengar a mi hermano, pero también seguir explorando lo que parecía una ciudad enana abandona y donde quizás mejores tesoros nos esperaban. Bigardin agarró las monedas en sus manos y algo noté, un extraño frio inundo la sala por un breve instante, Bigardin miró a su alrededor como víctima de un pequeño mareo, pero tan breve que no le di más importancia, quizás por las ganas de encontrar más bolsas como esa, se lanzó hacía un acceso a una sala aún mas enorme que estaba al fondo de la sala.

Delante nuestro una sala más grande que la anterior, pero apestaba a humedad, el suelo estaba inundado por agua estancada, el hedor se hacía difícil de soportar , cuando un ruido nos puso en alerta, detrás nuestro apareció proveniente del puente, la figura de un montaraz, pude reconocer a Keyran por haber coincidido con él cuando estaba en Rivendell, lo que si que me sorprendió casi más que su presencia era lo cargado que iba, pensaba que los montaraces ago habrían aprendido de los elfos para viajar, pero estaba claro que Keyran, era un hombre en exceso previsor, creo que mi cara aún mostró mas asombro cuando me dijo que parte de su equipo se había quedado fuera con su caballo. Le puse en antecedentes mientras por su parte Bigardin de un prodigioso salto atravesaba la sala sin rozar el agua para llegar a unas escaleras que quedaban al otro extremo  Keyran y yo optamos por mojarnos hasta la cintura e impregnarnos del horrible olor que parecía que no nos abandonaría.