Mi señor Elrond, discúlpenme,
- uno de los guardias personales se le había acercado hasta una
distancia prudente, donde esperaba que un Elrond pensativo y con la
mirada perdida en la vistas que le ofrecía el balcón de sus
dependencias privadas, se girara hacia él y con un pequeño ademán
le diera permiso para hablar- ha llegado a las puertas de Rivendell
una de las elfas que partieron en la misiones secretas, continuó el
guardia.
Elrond
frunció el ceño sorprendido, no esperaba tener noticias tan pronto,
hacía solo un par de días que habrían partido diversos grupos en
todas direcciones de la Tierra Media en búsqueda de alguna señal de
ese peligro que é percibía pero no sabia definir ni predecir donde
aparecería. Hazla pasar sin demora, dijo el señor de Rivendell.
El
guardia retrocedió saludando respetuosamente en busca de la elfa.
Volvió en un corto espacio de tiempo, acompañado de una joven elfa,
su cara la delataba nerviosa, cansada, para nada era el rostro normal
de una elfa. De su hombro colgaba un mochila de viaje que parecía
mas un harrapo de cuero que otra cosa.
Elrond
la invitó a sentarse, bienvenida MithKith, aunque por tu apariencia
creo que eres heraldo de malas nuevas, esa no era la mochila de
Elfornil el Viajero del Bosque Negro? No habías salido con él con
el encargo de ir a averiguar que era esa luz que se venia en
poniente?.
-
Si mi señor, discúlpeme, efectivamente tenia que haber salido con
Elfornil y sus compañeros pero un pequeño grupo sufrimos unos
pequeños inconvenientes y demoramos nuestra partida un día mas.
Salimos en otra embarcación rio abajo siguiendo sus pasos, esperando
poder alcanzarles en pocas jornadas. Por desgracia, su voz empezo a
temblar y entrecortarse. Encotramos al grupo que acompañaba a
Elfonil en un estrecho desfiladero al sur de Amon Sûl, pero habíamos
llegado demasiado tarde, los tres cuerpos estaban mancillados,
marcaban multiples heridas, el pecho del enano conocido como Zari
había sido aplastado con una fuerza increíble, seguramente eso
había sido la causa de su muerte, Bigarden tenia varias heridas de
hachas, por mis conocimientos, creo que varias de ellas se habían
producido mientras ya estaría moribundo. Pero mi señor, ninguna de
esas muertes aunque tristes son comparables a nuestro amado Elfornil,
su cuerpo estaba atravesado por una lanza a la altura del corazón,
pero ademas, una pausa terrible, tomó un poco de aire para
continuar, su bella cara la habían surcado con unas extrañas marcas
que no supé descifrar.
Elrond
escuchaba atento, pero su cara cada vez marcaba una preocupación
creciente.
MithKith
continuó: Hicimos una pequeña pira funeraria para rendirles nuestro
pequeño homenaje. Intentamos buscar alguna pista, pero había muchas
huellas que se mezclaban entre ellas, restos de un campamento
abandonado, pero fue imposible poder averiguar quien atacó a
nuestros compañeros. Sus posesiones estaban esparcidas, pero los
asesinos no habían dejado nada de valor, excepto quizás este libro
de notas de Elfornil, del interior de la mochila, extrajo un libro de
notas y se lo ofreció a Elrond. Este lo tomo en sus manos, alzó la
vista y mirando a MithKith, le dijó: Gracias, por favor toma un
descanso y parte presta otra vez para cumplirtu misión, ten cuidado
ya has visto que el peligro nos está acechando.
La
joven elfa, se retiró dejando al señor elfo en sus pensamientos.
Elrond abrió el libro, estaba lleno de dibujos, anotaciones, mapas,
realmente la fama de Elfondril estaba justificada, era un joven elfo
curioso, viajero y vistas las anotaciones, muy observador. Fue
pasando paginas hasta llegar a las últimas, leyó la emoción de
haber estado en Rivendel, y su recorrido desde que dejó la ciudad élfica. En la úlitmas notas Elfondril había anotado que no quería
preocupar a sus compañeros pero habían encontrado un campamento de
hacía pocos días. Pero que su instinto le decía que no era de unos
viajeros mas, percibía un extraño mal a su alrededor.
Elrond
cerró el libro, en su mente solo había un pensamiento, intentar
averiguar como detener este mal que él también presentía.